Semana Final

Y así, sin darme cuenta, llegamos a la última semana de esta experiencia que sin duda voy a recordar por siempre. El jueves tuvimos nuestra pequeña despedida en el centro de trabajo, un compartir que preparamos entre todos, con ayuda del personal del centro, que también trajeron bocaditos típicos bávaros y nos ayudaron a que fuera un momento muy bonito y especial.

Estoy muy agradecido con todas las personas que nos recibieron desde el primer día con buena actitud, disposición para ayudarnos, y sobre todo, con respeto y amabilidad. También con mis compañeros becarios de informática, con quienes compartí tantas horas, tanto trabajo como momentos de risas, bromas y colaboración. Fue genial poder aprender unos de otros, resolver incidencias juntos y sentir ese ambiente de equipo.

La verdad es que esta experiencia me permitió entender mejor cómo es el trabajo real de un informático dentro de una institución, con problemas técnicos del día a día, decisiones que tomar y soluciones que encontrar con los recursos que se tienen.

Y además de todo lo profesional, esta experiencia me permitió la oportunidad de conocer ciudades que quizás nunca pensé visitar tan pronto, y que me sorprendieron muchísimo. Me dejaron con las ganas de volver y seguir explorando más a fondo. Múnich en sí me pareció una ciudad espectacular: muy segura, bien conectada, con una mezcla entre modernidad y tradición, y aunque el coste de vida es alto, creo que logré disfrutarla casi por completo.

También conocí gente nueva, de diferentes lugares y con distintas historias, pero todas ellas muy simpáticas y con buena vibra. Me llevo recuerdos increíbles, aprendizajes que no se enseñan en clase, y sobre todo, muchas ganas de volver algún día, reencontrarme con esta ciudad y con algunas de las personas que hicieron que esta experiencia sea tan especial.

De Augsburg a Ulm

Este fin de semana hicimos una escapada muy completa. Primero visitamos Augsburg, que está a solo una hora en tren desde Múnich. Una de las cosas que más me gustaron fueron las fuentes monumentales dedicadas a dioses romanos como Hércules, Neptuno y Mercurio, que están distribuidas por el centro y representan la relación de la ciudad con el agua.

También vimos la catedral de Augsburg, que tiene una mezcla de estilos románico y gótico y unas vidrieras impresionantes. Dimos una vuelta por la Residencia, un edificio barroco que muestra el poder que tuvo la ciudad en su época, y paseamos por sus plazas y calles tranquilas, donde todavía se notan influencias medievales y renacentistas.

Después seguimos el viaje hasta Ulm, que está a unas dos horas de Augsburg. Desde que sales de la estación ya se puede ver una de las cosas más impresionantes de la ciudad: su catedral, que tiene la torre de iglesia más alta del mundo con más de 160 metros.

Primero nos dirigimos al barrio de los pescadores (Fischerviertel), una zona llena de canales, casas de entramado de madera y puentes pequeños. Es un lugar muy pintoresco, casi como sacado de un cuento.

Mientras caminábamos por el centro pasamos por varios edificios importantes como el ayuntamiento (Rathaus), decorado con frescos, y la torre inclinada de Ulm, que está visiblemente torcida. Luego llegamos al río Danubio, donde se puede ver el contraste entre Ulm y Neu-Ulm, que está del otro lado del río y tiene edificios más modernos.

También visitamos el jardín botánico y una estructura que tenía un mirador desde donde se ve buena parte de la ciudad. Después de eso pasamos por una estatua dedicada a Albert Einstein, que nació en Ulm. Finalmente, regresamos para ver de cerca la catedral y aunque no subimos esta vez, impresiona muchísimo al estar justo debajo de la torre.

Museo de Ciencias y Palacio de Nymphenburg

El otro día hicimos dos visitas bastante interesantes en Múnich. Primero intentamos ver la celebración del Bayern Múnich por ganar la Bundesliga en Marienplatz, pero cuando llegamos al mediodía, estaba completamente lleno y había cerrado las calles aledañas. Era imposible moverse, así que decidimos cambiar de plan e ir al Deutsches Museum, el museo de ciencias y tecnología más grande del mundo.

Llegamos un poco tarde, tipo 2 de la tarde, y el museo cerraba a las 5, así que no pudimos verlo todo. Aun así, lo que vimos estuvo muy chevere: había secciones donde te explicaban la evolución de distintas tecnologías, con experimentos interactivos, maquetas, motores, aviones, barcos, instrumentos científicos antiguos y muchas cosas más. La parte de energía y física me pareció muy interesante. No saqué muchas fotos porque preferí aprovechar el tiempo, pero definitivamente es un sitio al que me gustaría volver con más calma.

Al día siguiente fuimos al Palacio de Nymphenburg, ahora sí bien temprano, y la experiencia fue totalmente diferente. Con el carnet de estudiante pudimos entrar gratis, y aprovechamos para ver todo con tranquilidad. El palacio es enorme y está lleno de habitaciones lujosas, cuadros impresionantes, techos decorados y detalles que muestran la vida de la realeza bávara.

Después pasamos por la zona de los carruajes reales, súper bien conservados, y otra sección con cerámicas y objetos decorativos como estatuillas muy detalladas.

Lo que más me llamó la atención fueron las estructuras repartidas por los jardines: había una cocina con decoración rústica, una casa de baños con paredes pintadas, otra especie de salón decorado con mayólicas de inspiración china, muebles tallados, y finalmente una pequeña capilla en estilo italiano que estaba construida como si estuviera en ruinas, a propósito. Todo estaba rodeado por canales y árboles, así que además de aprender, fue una caminata bastante agradable.

Parada en Dresden después de Berlín

Al regresar de Berlín, hicimos una parada en Dresden antes de volver a Múnich. La verdad es que fue una muy buena decisión, porque la ciudad nos sorprendió bastante.

Aunque no teníamos tanto tiempo, recorrimos las partes más importantes del centro histórico, que está reconstruido casi por completo después de haber sido destruido en la Segunda Guerra Mundial. Empezamos por la famosa Frauenkirche, una iglesia enorme y preciosa con una cúpula impresionante. Me gustó mucho porque por dentro es muy luminosa y está súper bien conservada.

Después pasamos por el Zwinger, un antiguo palacio barroco que ahora es un complejo de museos. Solo lo vimos por fuera porque no nos daba el tiempo, pero la arquitectura es espectacular, con jardines, estatuas y fuentes.

También caminamos por la Terraza de Brühl, que tiene vistas al río Elba y conecta varios puntos turísticos de la ciudad. Desde ahí se ve el conjunto de edificios barrocos que hace que el centro de Dresden parezca sacado de una postal.

Antes de irnos, nos acercamos al Fürstenzug, un mural gigante hecho de azulejos de porcelana de Meissen que muestra la procesión de los antiguos reyes y duques de Sajonia. Es uno de los murales más grandes del mundo y está justo en una de las calles principales del casco antiguo.

Aunque fue solo una parada corta, me alegro mucho de haber pasado por Dresden. Es una ciudad con mucha historia, edificios impresionantes y un ambiente tranquilo que contrasta bastante con Berlín.

Un finde en Berlín en regionales

Nos fuimos a Berlín desde Múnich usando trenes regionales con el Deutschlandticket. El viaje fue largo (unas 8 horas). Al llegar, salimos directamente de la estación principal (Hauptbahnhof) y caminamos hasta el Reichstag, el edificio del Parlamento Alemán, que por fuera es impresionante con su cúpula de vidrio. No entramos porque hay que reservar con antelación, pero igual fue genial verlo.

Después nos dedicamos a recorrer Berlín caminando y en transporte público. Fuimos al famoso Brandenburger Tor, el Memorial del Holocausto, y al Checkpoint Charlie. También vimos el edificio de la Filarmónica y caminamos por varias plazas importantes como la Potsdamer Platz y Alexanderplatz, donde está la torre de televisión (la famosa Fernsehturm), que se ve desde casi toda la ciudad.

Al día siguiente fuimos al East Side Gallery, la parte más larga del muro de Berlín que aún se conserva y está cubierta con grafitis y arte urbano.

También pasamos por la Berliner Dom, la catedral de Berlín, que es enorme y muy bonita por dentro y por fuera. Paseamos por la Isla de los Museos, donde se concentran varios de los museos más importantes de la ciudad, como el Museo de Pérgamo y el Altes Museum.

El trabajo de las últimas semanas

Estas últimas semanas en el trabajo hemos estado bastante ocupados, sobre todo preparando todo para que los exámenes DELE se puedan hacer sin problemas. Uno de los focos principales fue mejorar la cobertura WiFi en todo el instituto. Estuvimos conectando puntos de acceso en diferentes zonas para que la señal llegue bien a todas las aulas y espacios donde se van a realizar los exámenes. Así se aseguran que los dispositivos funcionen correctamente y sin interrupciones.

También nos tocó preparar el auditorio, que ahora está listo para actividades híbridas, es decir, tanto presenciales como virtuales al mismo tiempo. Instalamos una cámara 360 con autoseguimiento, micrófonos inalámbricos, el proyector, y una pizarra inteligente. Todo conectado para que las reuniones por Zoom se puedan seguir desde casa con buena calidad, y los que estén en el auditorio tampoco se pierdan de nada. La verdad es que quedó bastante completo.

Además, estamos haciendo tareas de mantenimiento que ya eran necesarias: limpieza de PC’s y cambio de pasta térmica, porque muchas máquinas ya lo necesitaban urgentemente. También estuvimos reemplazando rosetas de red que estaban rotas o caídas.

Y como toque final, queremos ordenar el rack donde están todos los switches, porque ahora está un poco caótico. Vamos a colocar latiguillos hechos a medida para que todo quede más ordenado, más limpio y fácil de entender si alguien lo tiene que revisar en el futuro.

Poco a poco vamos dejando todo listo para que el instituto esté mejor conectado y preparado para cualquier evento o actividad.

Castillo de Neuschwanstein

Ese día empezó bastante bien, la verdad. Nos preparamos un desayuno diferente: Kaiserschmarrn casero. Es un postre tradicional austríaco parecido a un pancake roto en trozos, que también se puede comer como desayuno. La receta era bastante sencilla… excepto por la parte de batir las claras a mano. Pero al final salió todo bien, quedó esponjoso y lo acompañamos con Nutella, mermelada y frambuesas frescas. Muy rico, y con energía suficiente para el plan del día.

Después del desayuno, cogimos el tren rumbo al famoso castillo de Neuschwanstein, que queda cerca del pueblo de Füssen, en la región de Baviera. El pueblo es muy bonito, con casas de estilo alpino, montañas alrededor y un ambiente muy tranquilo. Desde ahí se empieza la subida hacia el castillo, que está en lo alto de una colina.

Durante el camino hacia el castillo, las vistas son impresionantes. Hay un lago con el agua color celeste (el Alpsee) que se ve desde varios puntos del sendero. La caminata no es muy dura, y con cada paso se va viendo mejor el paisaje. Al llegar arriba, el castillo de Neuschwanstein es tal cual como en las fotos (o mejor). Es famoso por haber inspirado el castillo de Disney, y en persona parece realmente sacado de un cuento.

Por desgracia, no pudimos entrar porque se necesita reservar con antelación y hay que pagar, pero con solo verlo por fuera ya vale la pena. Subimos al puente de Marienbrücke, que queda justo detrás y desde donde se pueden tomar las mejores fotos del castillo con las montañas de fondo. Me llevé unas fotos que parecen de postal.

Ya de vuelta en casa, cerramos el día viendo El Clásico (Real Madrid vs Barça) con unas pizzas.

Viena

Después de nuestra escapada a Bratislava por la mañana, volvimos a Viena para seguir con la aventura. Pero en realidad, nuestro primer contacto con la ciudad fue ya de madrugada, apenas bajamos del tren. Aprovechamos para ir caminando hasta el centro y vimos la impresionante Stephansdom (Catedral de San Esteban). Aunque era de noche, estaba iluminada y se veía majestuosa. Fue una primera impresión muy fuerte, la mezcla de la arquitectura gótica con esa calma que hay cuando todo está cerrado.

Ya con la ciudad despierta, empezamos a recorrer las principales atracciones turísticas de Viena. Lo bueno de la ciudad es que muchas de las cosas están cerca entre sí o conectadas con el transporte público, que funciona de maravilla.

Fuimos al Palacio de Hofburg, antigua residencia imperial de los Habsburgo. Es enorme y tiene varios museos dentro, pero solo con ver su exterior ya te das cuenta de la importancia histórica del lugar.

También nos dimos una vuelta por la Ringstrasse, la avenida circular que rodea el centro histórico, donde están muchos de los edificios más importantes de la ciudad. Allí vimos el Ayuntamiento de Viena (Rathaus), el Parlamento austríaco, el Burgtheater y la Ópera Estatal de Viena. Todos los edificios tienen una arquitectura espectacular.

Por la tarde, fuimos al Palacio de Schönbrunn, el equivalente vienés de Versalles. Paseamos por sus jardines enormes y pudimos ver cómo vivía la realeza. No entramos al interior del palacio porque hacía muy buen tiempo y preferimos aprovechar el exterior.

La verdad es que es una ciudad a la que me gustaría regresar.

Una mañana en Bratislava

El día empezó muy temprano. Llegamos a Viena a las 5 de la mañana y Bratislava está tan cerca (a solo una hora en tren), decidimos aprovechar el día al máximo e ir a conocer la capital de Eslovaquia.

Al llegar a Bratislava, lo primero que hicimos fue dirigirnos al casco antiguo. La ciudad tiene un centro pequeño pero muy bonito, lleno de calles empedradas, fachadas coloridas y un ambiente tranquilo que se siente diferente al de otras capitales europeas.

Nos encontramos con varias estatuas curiosas, pero una de las más conocidas es la del «hombre trabajando» (Čumil), que asoma la cabeza desde una alcantarilla. Es una figura bastante simpática y todo el mundo se toma fotos ahí.

Seguimos caminando y pasamos por algunas iglesias antiguas, como la Iglesia de San Martín, que fue antigua catedral y donde se coronaban a los reyes húngaros. También cruzamos la plaza principal, donde está el Ayuntamiento Viejo y varias terrazas con mucho encanto.

Después, subimos hasta el Castillo de Bratislava, que se encuentra en una colina con vistas panorámicas del río Danubio y de toda la ciudad. El castillo es sencillo por fuera, pero tiene una forma muy reconocible y desde arriba se puede ver incluso parte de Austria en días despejados.

Aunque fue una visita rápida, Bratislava nos sorprendió. Tiene un aire relajado, mezcla de historia y modernidad, y fue una excelente forma de empezar el día antes de volver a Viena para seguir el viaje.

Praga bajo la lluvia

Después de salir temprano de Plzeň, llegamos a Praga y lo primero que me impresionó fue la estación central. El edificio es enorme, con techos de cristal y una mezcla entre lo antiguo y lo moderno que te hace sentir que ya estás en una ciudad especial.

El día estuvo bastante lluvioso, pero eso no nos detuvo. Salimos sin paraguas pero con muchas ganas y decididos a ver todo lo posible. Y la verdad es que conseguimos visitar la mayoría de los lugares más importantes.

Empezamos por el centro histórico, caminando por la Plaza de la Ciudad Vieja, donde está el famoso reloj astronómico. Justo cuando llegamos dio la hora y vimos el pequeño espectáculo con las figuras moviéndose. La plaza, a pesar del clima, estaba llena de gente y el ambiente era genial.

Después cruzamos el Puente de Carlos, uno de los íconos de Praga. Aunque estaba nublado, las vistas del río Moldava y del castillo al fondo eran increíbles. Pasear por ese puente con las estatuas y músicos tocando le daba un aire muy especial.

También subimos a la zona del Castillo de Praga, y aunque no entramos a todo, sí vimos la imponente Catedral de San Vito. Desde arriba, las vistas de la ciudad son espectaculares.

Durante el día fuimos encontrando varias esculturas curiosas por la ciudad. Una de ellas fue la cabeza giratoria de Kafka, una enorme escultura de espejos que se mueve constantemente. También vimos el famoso hombre colgando de una mano, colgado de una barra como si estuviera a punto de caer. Y por último, una de las más raras: el caballo al revés, una estatua bastante surrealista de un caballo colgado del techo con un jinete encima. Todas estas obras son del artista David Černý, y están repartidas por la ciudad.

A lo largo del recorrido pasamos también por el Teatro Nacional, y vimos de lejos la Casa Danzante, otro ejemplo del lado moderno y artístico de Praga.

Al final del día acabamos cansados, pero contentos de haber podido disfrutar de una ciudad con tanta historia, cultura y cosas inesperadas, incluso bajo la lluvia.