Y así, sin darme cuenta, llegamos a la última semana de esta experiencia que sin duda voy a recordar por siempre. El jueves tuvimos nuestra pequeña despedida en el centro de trabajo, un compartir que preparamos entre todos, con ayuda del personal del centro, que también trajeron bocaditos típicos bávaros y nos ayudaron a que fuera un momento muy bonito y especial.

Estoy muy agradecido con todas las personas que nos recibieron desde el primer día con buena actitud, disposición para ayudarnos, y sobre todo, con respeto y amabilidad. También con mis compañeros becarios de informática, con quienes compartí tantas horas, tanto trabajo como momentos de risas, bromas y colaboración. Fue genial poder aprender unos de otros, resolver incidencias juntos y sentir ese ambiente de equipo.
La verdad es que esta experiencia me permitió entender mejor cómo es el trabajo real de un informático dentro de una institución, con problemas técnicos del día a día, decisiones que tomar y soluciones que encontrar con los recursos que se tienen.
Y además de todo lo profesional, esta experiencia me permitió la oportunidad de conocer ciudades que quizás nunca pensé visitar tan pronto, y que me sorprendieron muchísimo. Me dejaron con las ganas de volver y seguir explorando más a fondo. Múnich en sí me pareció una ciudad espectacular: muy segura, bien conectada, con una mezcla entre modernidad y tradición, y aunque el coste de vida es alto, creo que logré disfrutarla casi por completo.
También conocí gente nueva, de diferentes lugares y con distintas historias, pero todas ellas muy simpáticas y con buena vibra. Me llevo recuerdos increíbles, aprendizajes que no se enseñan en clase, y sobre todo, muchas ganas de volver algún día, reencontrarme con esta ciudad y con algunas de las personas que hicieron que esta experiencia sea tan especial.

