Última semana de Erasmus.
Una semana llena de despedidas, recuerdos y emociones.
Nos tocó decir adiós a los niños, a la escuela, a las profesoras y a Colonia, que ya se sentía como una segunda casa. Fueron días de abrazos, dibujos de despedida y mil fotos para no olvidar nada.
Entre tanto, aprovechamos para hacer las últimas compras y elegir los regalitos para llevar a casa, pensando en la familia y amigos.
El sábado nos juntamos en la casa de nuestra compañera, hicimos hamburguesas caseras, hablamos de todo lo vivido y nos reímos como siempre.
Después, tocó preparar maletas (con la típica pelea interna de cómo meterlo todo sin romper la cremallera).
Y el domingo, rumbo al aeropuerto de Dusseldorf con destino a Madrid.
Fin de esta etapa, pero con el corazón lleno.
El Erasmus se acaba, pero los recuerdos se quedan para siempre.Una experiencia que no olvidaré nunca.
Estabecpreriencia ha sido mucho más que un viaje o unas prácticas. Ha sido una etapa llena de aprendizajes, de momentos inesperados y de pequeñas cosas que se han quedado grabadas en mí. Aprendí a adaptarme, a moverme en otro idioma, a trabajar con personas nuevas y a enfrentarme a lo desconocido con una sonrisa.
Viví la emoción de enseñar y recibir cariño de niños que, sin hablar el mismo idioma, lograban decirlo todo.Me voy con el corazón lleno. Me llevo recuerdos, amistades, lugares, sabores y mil anécdotas.
Me despido de Colonia con gratitud, sabiendo que dejo una parte de mí allí, y que me llevo una parte de ella conmigo.
Esta etapa ha sido única, intensa y bonita. Y sé que la voy a recordar siempre con una sonrisa.


