Diario de una Erasmus en Liubliana, día 2: Ampliando la red.

¡Hola otra vez!

Hoy ha sido un día aciago: nos han separado. Como si fuésemos alumnos que hablan sin parar en clase (que un poco sí que lo somos), nos han organizado planes distintos para cada uno en el día de hoy. Más allá del dolor por la separación, es lo mejor que han podido hacer desde la organización para que aprovechemos el tiempo. 

Así que, como si fuésemos Michael Ende, la entrada del blog de hoy viene escrita en dos tintas:

Hoy hemos visitado un gran Instituto de Rehabilitación donde realizan prácticas los alumnos. En diferentes edificios se atienden desde rehabilitaciones de tipo funcional sin afectación del sistema nervioso, hasta servicios donde se tratan a personas con amputaciones de miembros desde el primer momento hasta que puedan volver a su vida diaria. En otro edificio se atienden niños con diferentes tipos de discapacidades, y en otros espacios se trabajan la recuperación de las actividades instrumentales y las actividades básicas de la vida diaria. Esto se realiza en personas mayores o que necesitan ayudas para su realización.  

Pero la estrella en cuanto a rehabilitación, por la gran superficie que se dedica a ello y el número de profesionales, es el edificio que trata a los lesionados medulares, tetrapléjicos y parapléjicos. Lo que caracteriza a su atención personalizada es que acompañan a los pacientes desde el primer momento en que se inicia su camino a la recuperación hasta que vuelven a su vida cotidiana.

Gracias a esta visita hemos podido ver de primera mano algunos de los sitios donde nuestros alumnos de ciclos como Atención a personas en situación de dependencia pueden realizar las prácticas si se acogen al programa Erasmus + 

Por otra parte, yo me he ido más por mi rama (que no por las ramas). Gracias a la amabilidad y servicialidad que creo que es el emblema del país, me han organizado una visita a un instituto con ciclos de Farmacia y parafarmacia, Laboratorio clínico, Prótesis dental y Cosmética. Evidentemente, la visita se ha centrado en conocer las instalaciones, profesoras y alumnos de los dos primeros ciclos, aunque no me habrían venido mal unos retoquitos. 

En cuanto a instalaciones, el equipamiento que tienen es muy similar al nuestro, solo que con mayor número de laboratorios y de material. Aquí dividen las clases en dos grupos de 15 para hacer las prácticas, y procuran que cada alumno tenga material suficiente para realizar los procedimientos de forma individual. Además, me han puesto los dientes un poco largos con algún aparato que nos encantaría tener, como varias cabinas de flujo laminar grandes o un autoanalizador de bioquímica.

También he tenido la ocasión de hablar con los alumnos que, aparte de preguntarme si yo era del Madrid y ponerme cara rara cuando les respondía que viva el Betis, han mostrado mucha curiosidad e interés. Entre otras cosas me han preguntado por las materias que impartía y si se parecían a lo que les estaban enseñando a ellos, si lo suyo era más fácil o más difícil o cuánto les encantaría venir a España más adelante.

Después de pasearme por el instituto y conocer a muchas profesoras y apuntar muchos contactos, he tenido una reunión con la coordinadora de Erasmus de este instituto para estudiar la posibilidad de iniciar un acuerdo de intercambio entre los ciclos de Laboratorio y Farmacia. ¡Parece que se amplía la oferta de destinos! ¡Estad atentos!

Como el amor siempre triunfa, no podían tenernos mucho tiempo separados, así que tras las visitas hemos vuelto a reunirnos todos para comer y poner en común la jornada. Dos datos gastronómicos más: en Eslovenia las raciones son gigantes y les gusta mucho el vino. Hemos probado otro alimento típico: el aceite de calabaza. Se usa para ensaladas y sabe a eso, a pipas de calabaza. 

Por si invitarnos a comer fuera poco nos han hecho gratis un tour por la ciudad. Hemos visitado el castillo de Liubliana, donde hay unas vistas increíbles de la capital y gran parte del país. Os recomiendo ir en un día soleado ¡vais a alucinar con el paisaje!  Tip de viajero 1: si no quieres pagar la entrada al castillo puedes subir a la colina, donde las vistas son exactamente las mismas. Tip de viajero 2: Si llevas zapatos poco cómodos, mejor sube en el funicular.

Además del castillo hemos visitado la zona medieval (que recuerda un poco a Ámsterdam) la zona más comercial y algún que otro edificio de arquitectura brutalista yugoslava que hacen que la palabra “brutalismo” suene a eufemismo.

La visita la hemos acabado en la cafetería que se encuentra en el punto más alto de Liubliana, que nuevamente tiene unas vistas muy chulas, incluido el propio castillo.

Mañana nos han recomendado gafas de sol, ¡nos vamos a la costa!

¡No cambiéis de canal si no os lo queréis perder!

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