Uno de los días más especiales del viaje hasta ahora fue cuando fuimos a Mittenwald, un pueblito alpino al sur de Alemania, muy cerca de la frontera con Austria. Es un lugar que parece sacado de una postal, rodeado de montañas y súper tranquilo.
Pero lo más increíble de todo es que conocí la nieve por primera vez. Subimos en un teleférico hasta la cumbre de una montaña, y arriba todo estaba cubierto de nieve, el paisaje era simplemente impresionante.


Desde la cima se podían ver los Alpes a lo lejos y varios pueblitos pequeños entre las montañas. Subimos un poco caminando por la nieve (sin tener equipo de expertos a comparación de la gente que va allí) y mientras disfrutábamos de las vistas, unos pájaros se nos acercaron. Eran súper amigables, no tenían miedo y hasta parecía que querían que los alimentáramos. Fue muy bonito ese momento.




Después de bajar, nos sentamos en una terracita con una vista brutal y tomamos una cerveza Radler (mezcla de cerveza con limón, muy típica por aquí) y un Apfelstrudel, que es un postre de manzana caliente con canela y azúcar glas, helado de vainilla y nata. Estaba buenísimo, sobre todo con el frío que hacía.


Fue un día perfecto, paisajes increíbles y mucha tranquilidad, al regresar a casa preparamos schnitzel con papas fritas, flan y arroz con leche. Sin duda, uno de mis recuerdos favoritos hasta ahora.