Hoy dejamos Múnich y, aunque tenía muchas ganas de volver a casa, también lo hice con cierta pena. Han sido unos meses llenos de experiencias únicas, aprendizajes, nuevos amigos, nuevos lugares y momentos que voy a recordar siempre.
Si alguna vez tenéis la oportunidad de iros de Erasmus, no lo dudéis. No solo se aprende muchísimo a nivel profesional, es también una experiencia personal increíble. Yo me llevo la sensación de haber aprovechado cada día y de volver siendo una versión más rica y completa de mí mismo.
Os dejo unas fotos desde el avión. Tuve suerte y me tocó ventanilla. Esta vez sí, pude ver los Alpes al atardecer… Una despedida preciosa.
La semana del 19 al 25 de mayo, ha sido tranquila, pero a la vez cargada de emociones. Nos invade cierta tristeza al saber que esto se acaba, pero al mismo tiempo estamos viviendo cada momento con intensidad, exprimiéndolo al máximo. Aunque tenemos bastantes tareas y trabajos que entregar, no dejamos de disfrutar cada instante.
En la escuela todo está fluyendo de manera perfecta. Nuestros vínculos con los niños y niñas y también entre nosotras, están más fuertes que nunca. Nos sentimos afortunadas de poder compartir estos días tan especiales, riendo, aprendiendo y jugando hasta el último segundo.
El martes decidimos hacer una pequeña escapada por los alrededores de nuestro parque. Fuimos a otro parque cercano donde descubrimos vistas preciosas y paisajes que nos regalaron un respiro entre tanta actividad. Fue una manera ideal de reconectar con el entorno antes de continuar con la rutina diaria.
El viernes tuvimos una salida muy esperada: fuimos al JUMP House, un lugar lleno de colchonetas y actividades físicas, también pensadas para adultos. ¡Una auténtica descarga de energía! La verdad es que, aunque personalmente me gustó más el JUMP House de Madrid, con la compañía todo es genial y se disfruta igual o más.
El sábado seguimos trabajando sin parar, aprovechando el tiempo al máximo. Y el domingo decidimos regalarnos una pausa merecida. Fuimos a casa de una compañera y nos sumergimos en una sesión intensa de juegos de mesa. No es por presumir, pero era mi día de suerte… ¡gané casi todo! 😄
Después de jugar durante horas, cenamos unas pizzas riquísimas, nos pusimos a charlar largo rato, hicimos karaoke y cerramos la noche viendo una película. Eso sí, cuando nos fuimos a la cama, parecía que íbamos a dormir en segundos… pero nada más lejos se nos fue el sueño de golpe. Aun así, tocaba descansar, porque el lunes volvía el trabajo.
Ha sido una semana de contrastes tranquila pero intensa, agotadora pero muy especial. Y, sobre todo, llena de recuerdos que se quedarán con nosotras para siempre.
Y así, sin darme cuenta, llegamos a la última semana de esta experiencia que sin duda voy a recordar por siempre. El jueves tuvimos nuestra pequeña despedida en el centro de trabajo, un compartir que preparamos entre todos, con ayuda del personal del centro, que también trajeron bocaditos típicos bávaros y nos ayudaron a que fuera un momento muy bonito y especial.
Estoy muy agradecido con todas las personas que nos recibieron desde el primer día con buena actitud, disposición para ayudarnos, y sobre todo, con respeto y amabilidad. También con mis compañeros becarios de informática, con quienes compartí tantas horas, tanto trabajo como momentos de risas, bromas y colaboración. Fue genial poder aprender unos de otros, resolver incidencias juntos y sentir ese ambiente de equipo.
La verdad es que esta experiencia me permitió entender mejor cómo es el trabajo real de un informático dentro de una institución, con problemas técnicos del día a día, decisiones que tomar y soluciones que encontrar con los recursos que se tienen.
Y además de todo lo profesional, esta experiencia me permitió la oportunidad de conocer ciudades que quizás nunca pensé visitar tan pronto, y que me sorprendieron muchísimo. Me dejaron con las ganas de volver y seguir explorando más a fondo. Múnich en sí me pareció una ciudad espectacular: muy segura, bien conectada, con una mezcla entre modernidad y tradición, y aunque el coste de vida es alto, creo que logré disfrutarla casi por completo.
También conocí gente nueva, de diferentes lugares y con distintas historias, pero todas ellas muy simpáticas y con buena vibra. Me llevo recuerdos increíbles, aprendizajes que no se enseñan en clase, y sobre todo, muchas ganas de volver algún día, reencontrarme con esta ciudad y con algunas de las personas que hicieron que esta experiencia sea tan especial.
La semana del 19 al 25 de mayo fue otra de esas semanas tranquilas, sin grandes novedades en la escuela, pero con un viernes súper divertido que rompió la rutina.
Después del trabajo, nos fuimos con una compañera de la escuela al Jump House, un sitio lleno de colchonetas gigantes, paredes para escalar y zonas para saltar sin parar. ¡Una hora entera de risas, juegos en equipo y competencias tontas que nos dejaron agotadas pero felices!
Después del subidón de adrenalina, nos fuimos a casa de nuestra compañera, donde seguimos con el plan relajado: picoteo, charlas y muchos juegos de mesa. Aunque todas jugábamos bien, Johanna ganaba casi siempre (¡espero que no lea esto, JAJAJ!).
Más tarde cenamos juntas, seguimos hablando como siempre de todo un poco (la vida, la escuela, lo que echamos de menos, lo que nos hace gracia aquí) y ya cuando se hizo tarde, volvimos a casa con una sonrisa.
Pequeños planes como estos son los que hacen que el Erasmus sea tan especial.
Este fin de semana hicimos una escapada muy completa. Primero visitamos Augsburg, que está a solo una hora en tren desde Múnich. Una de las cosas que más me gustaron fueron las fuentes monumentales dedicadas a dioses romanos como Hércules, Neptuno y Mercurio, que están distribuidas por el centro y representan la relación de la ciudad con el agua.
También vimos la catedral de Augsburg, que tiene una mezcla de estilos románico y gótico y unas vidrieras impresionantes. Dimos una vuelta por la Residencia, un edificio barroco que muestra el poder que tuvo la ciudad en su época, y paseamos por sus plazas y calles tranquilas, donde todavía se notan influencias medievales y renacentistas.
Después seguimos el viaje hasta Ulm, que está a unas dos horas de Augsburg. Desde que sales de la estación ya se puede ver una de las cosas más impresionantes de la ciudad: su catedral, que tiene la torre de iglesia más alta del mundo con más de 160 metros.
Primero nos dirigimos al barrio de los pescadores (Fischerviertel), una zona llena de canales, casas de entramado de madera y puentes pequeños. Es un lugar muy pintoresco, casi como sacado de un cuento.
Mientras caminábamos por el centro pasamos por varios edificios importantes como el ayuntamiento (Rathaus), decorado con frescos, y la torre inclinada de Ulm, que está visiblemente torcida. Luego llegamos al río Danubio, donde se puede ver el contraste entre Ulm y Neu-Ulm, que está del otro lado del río y tiene edificios más modernos.
También visitamos el jardín botánico y una estructura que tenía un mirador desde donde se ve buena parte de la ciudad. Después de eso pasamos por una estatua dedicada a Albert Einstein, que nació en Ulm. Finalmente, regresamos para ver de cerca la catedral y aunque no subimos esta vez, impresiona muchísimo al estar justo debajo de la torre.
El otro día hicimos dos visitas bastante interesantes en Múnich. Primero intentamos ver la celebración del Bayern Múnich por ganar la Bundesliga en Marienplatz, pero cuando llegamos al mediodía, estaba completamente lleno y había cerrado las calles aledañas. Era imposible moverse, así que decidimos cambiar de plan e ir al Deutsches Museum, el museo de ciencias y tecnología más grande del mundo.
Llegamos un poco tarde, tipo 2 de la tarde, y el museo cerraba a las 5, así que no pudimos verlo todo. Aun así, lo que vimos estuvo muy chevere: había secciones donde te explicaban la evolución de distintas tecnologías, con experimentos interactivos, maquetas, motores, aviones, barcos, instrumentos científicos antiguos y muchas cosas más. La parte de energía y física me pareció muy interesante. No saqué muchas fotos porque preferí aprovechar el tiempo, pero definitivamente es un sitio al que me gustaría volver con más calma.
Al día siguiente fuimos al Palacio de Nymphenburg, ahora sí bien temprano, y la experiencia fue totalmente diferente. Con el carnet de estudiante pudimos entrar gratis, y aprovechamos para ver todo con tranquilidad. El palacio es enorme y está lleno de habitaciones lujosas, cuadros impresionantes, techos decorados y detalles que muestran la vida de la realeza bávara.
Después pasamos por la zona de los carruajes reales, súper bien conservados, y otra sección con cerámicas y objetos decorativos como estatuillas muy detalladas.
Lo que más me llamó la atención fueron las estructuras repartidas por los jardines: había una cocina con decoración rústica, una casa de baños con paredes pintadas, otra especie de salón decorado con mayólicas de inspiración china, muebles tallados, y finalmente una pequeña capilla en estilo italiano que estaba construida como si estuviera en ruinas, a propósito. Todo estaba rodeado por canales y árboles, así que además de aprender, fue una caminata bastante agradable.
Semana del 12 al 18 de mayo: Esta semana estoy aprovechando para hablar de algo que me parece muy interesante: las pequeñas diferencias culturales que una va notando al vivir aquí. Porque sí, estar de Erasmus no es solo hacer las prácticas o viajar, ¡también es descubrir cómo vive y piensa la gente en tu país de acogida!
Aquí van algunas cosas que me han llamado la atención en Alemania (y especialmente en Köln):
1. El silencio es sagrado: En general, la gente aquí es mucho más silenciosa, sobre todo en el transporte público. Nada de altavoces, llamadas en voz alta o risas escandalosas. A veces me siento como que hablo demasiado fuerte y me tengo que recordar a mí misma que estoy en modo modo alemán.
2. Puntualidad nivel dios: Si te dicen que quedamos a las 17:00, no es a las 17:05 ni a las 17:03. ¡Es a las 17:00 clavadas! Y si llegas tarde, te miran raro (aunque sean solo dos minutos).
3. Las botellas valen oro: Bueno, no literalmente, pero el sistema de Pfand me parece brillante. Devuelves la botella en el supermercado y te dan unos céntimos, en concreto 25 céntimos.
4. Todo se recicla… TODO: En casa tenemos mínimo tres cubos: papel, plástico y el resto. Al principio era un lío, pero ahora ya tengo ojo entrenado.
5. Los domingos: Köln modo apagado: Todo está cerrado. Tiendas, supermercados… ¡todo! Es el día de descanso oficial. Ahora ya aprendimos: el sábado se compra TODO.
6. El amor por las bicis: Las usan para todo, hay carriles bici por todos lados y si caminas por uno sin darte cuenta, te llevas un buen timbrazo (o susto).
Son cosas pequeñas, sí, pero juntas forman parte de esta aventura de vivir fuera de tu país. Te hacen reflexionar, reírte, y a veces frustrarte un poco, pero sobre todo… ¡aprender!
Hoy nuestro grupo de becarios de informática organizamos una comida de despedida en el centro, ya que la semana que viene volvemos a Madrid. Y al comentarle esta idea al personal del centro, muchos compañeros quisieron ayudarnos y colaborar trayendo algo ellos también, como agradecimiento por estos meses juntos.
Y nos quedó una comida espectacular. Sobre todo había comida alemana y casera y estaba todo buenísimo.
Y esta misma tarde nuestros tutores de prácticas nos invitaron a cenar a un muy buen restaurante de comida bávara. Comí más que en toda mi vida, pero es imposible no hacerlo… La comida de aquí está demasiado buena.
Para cenar, me pedí un Schweinebraten, que es un plato típico de aquí y está de muerte, pero se me olvidó hacerle una foto… Aun así, sí que hice fotos del postre, que al final es lo más importante, ¿no?
Pedimos un Apfelstrudel con salsa de vainilla caliente y unos Apfelküchle, que son aros de manzana rebozados.
Hoy hicimos un viaje a Ulm, una ciudad entre Múnich y Stuttgart que nos recomendó una compañera de trabajo. Es bastante tranquila y muy bonita. Su principal atractivo es su catedral, que es la más alta del mundo, con 162m.
Catedral de Ulm
Aparte de esto, no tiene grandes monumentos, pero sus calles son muy verdes y bien cuidadas, y eso le da su encanto. De hecho, hay un mirador altísimo cerca del río Danubio, que pasa por la ciudad, y las vistas del río son preciosas.
Visitamos el barrio de los pescadores, que recuerda un poco a Venecia porque el río pasa justo entre las casas.
También hay algunos edificios curiosos y con historia que merece la pena ver y alguna estatua interesante, como la de Einstein, que nació en esta ciudad.
Esta mañana nos levantamos temprano para visitar Augsburgo, que es una ciudad muy cercana a Múnich. Sabíamos que no es de especial interés turístico, pero fuimos de todas formas. No tiene nada especial, pero las calles son bonitas y me gustó el ambiente. Tiene un ambiente tranquilo, casi de pueblo en algunas zonas, con casas bajas y calles calmadas, pero también hay calles muy concurridas cerca del centro.
Basílica de San Ulrico y Santa Afra
Ayuntamiento de Augsburgo
Iglesia de Santa Anna
Rotes Tor
Estatua de Hans Jakob Fugger
Otra cosa que ver en Augsburgo son sus tres fuentes famosas, en la calle principal. Son muy bonitas y están llenas de detalles y estatuas muy curiosas.