La semana del 5 al 11 de mayo, esta semana ha sido tranquila y a la vez bastante movida, porque como estamos aprovechando cada minuto de esta experiencia, no queremos irnos sin probarlo todo, conocer nuevos lugares y vivir cada momento al máximo.
En la escuela todo sigue yendo genial. Cada vez nos sentimos más cómodas, seguras, y estamos creando momentos muy bonitos con los peques y con el equipo. Por las tardes salíamos un ratito a caminar, despejarnos, y luego volvíamos a casa para seguir adelantando trabajos.
El viernes vivimos algo diferente, salimos con nuestras compañeras del trabajo a un cine alternativo donde proyectan películas antiguas latinas y tú decides cuánto quieres pagar, no hay precio fijo. Vimos una película que hablaba del pasado de Colombia, relacionada con la guerrilla… muy impactante y emotiva. Al terminar, una compañera se fue a casa por la distancia, y las otras tres nos fuimos a Kebabland, un sitio muy famoso aquí en Alemania. ¡Había un montón de gente! Pero mereció la pena, estaba riquísimo.
El sábado quedamos de nuevo con nuestra compañera para comer en un buffet estilo Madrid. Aunque sinceramente… como los de Madrid, ninguno ¡jajaja! Aun así, estuvo muy bien, la comida estaba rica y los precios eran parecidos. Eso sí, aquí si quieres bebida rellenable tienes que pagar cada vez que quieras rellenar. Después fuimos a dar una vuelta, acabamos en unos recreativos donde, por cierto, ¡gané! Y como no podía faltar, cerramos la noche bailando, riendo, haciendo el tonto y simplemente disfrutando el momento.
Hoy domingo, ya notamos el cansancio acumulado, así que decidimos tomarnos el día para hacer limpieza en casa, adelantar trabajos y prepararnos con calma para una nueva semana.
Nos encontramos en la semana del 28 abril al 4 de mayo, después de un finde tranquilo y una semana en la escuela que fue genial todo fluyó muy bien y los peques estuvieron estupendos, mi compañera y yo nos encontramos en ese punto donde las ideas no salían con tanta facilidad. Así que el miércoles 30, por la noche, decidimos hacer algo diferente ¡nos fuimos a Frankfurt!
Antes de irnos, aprovechamos para dar una vuelta y cenar por el centro de Colonia. Como ya sabemos que los trenes por aquí no siempre son muy fiables, nos lo tomamos con calma y paciencia. Así que decimos antes de llegar a la estación ir a tomarnos unas fotos al lado de la catedral.
La idea era aprovechar que el jueves 1 de mayo era festivo, pero no caímos en que al ser día festivo, muchas cosas estarían cerradas… Aun así, nos encantó. Recorrimos gran parte de Frankfurt y, sinceramente, nos sorprendió lo bonita que es.
Fue una escapada para desconectar, charlar, dar de comer a patos, reírnos y no quedarnos en casa. Por la tarde, volvimos tranquilamente y retomamos la rutina. Seguimos saliendo, conociendo más rincones y comprando recuerdos, porque ya se va notando que esta experiencia está llegando a su fin…
El fin de semana lo aprovechamos al máximo para avanzar con nuestro proyecto, preparar sorpresitas para llevar a la escuela y organizar los últimos detalles. Y cuando pensábamos que íbamos a pasar un domingo tranquilo, ¡sorpresa! Nuestra compi de trabajo nos escribió para ver si queríamos cenar juntas y hacer una pijamada. Aunque al día siguiente trabajábamos, no lo dudamos ni un segundo. ¡Y qué buena decisión! Fue una de las mejores noches, llena de risas, complicidad y esa sensación bonita de estar viviendo algo único.
Esta experiencia está siendo increíble. Está llena de momentos especiales, de aprendizajes y de personas que hacen que todo merezca la pena. A veces no tenemos ni tiempo para descansar, pero incluso eso forma parte de esta aventura tan especial.
A veces, las mejores decisiones son las más espontáneas. Vive, ríe y disfruta cada instante, porque los recuerdos más bonitos nacen sin planearse.
Del 21 al 27 de abril fue otra semana donde no paramos ni un segundo. ¡Y no porque estuviéramos obligadas, sino porque queríamos conocer todo lo posible! Además, también era importante para mí que mi novio viviera al máximo esta experiencia.
Seguíamos con nuestra rutina: prácticas por la mañana junto a mi compañera y por la tarde, salíamos a descubrir nuevos sitios. La verdad es que, aunque las prácticas estaban más tranquilas porque había pocos niños, eso nos permitió compartir mucho más tiempo juntas en una misma clase y disfrutar de la experiencia de otra manera.
El martes, después de las prácticas, nos fuimos a Bonn, un pueblito precioso cerca de Colonia, conocido por ser el lugar de nacimiento de Beethoven. Aunque todo cerraba temprano, pudimos visitar su casa, museo y conocer varios rincones mágicos. Bonn transmite una paz increíble… sin duda, volvería otra vez.
Ya el miércoles empezó la lluvia que no nos dejó en toda la semana. Aun así, no nos desanimamos, nos fuimos a un bar de gatos con mi novio y mi amiga. La idea era tomar algo rodeados de gatitos, aunque era un poco caro, así que estuvimos de pasada y terminamos en un kebab, ¡como buenos aventureros!
El jueves fue un día tranquilo porque mi novio volvía a Madrid. Solo fuimos al aeropuerto a despedirnos.
Y el viernes, después de las prácticas, mi amiga y yo aprovechamos para hacer compras para el sábado, ya que había vuelto el buen tiempo y planeábamos hacer un picnic con nuestra compañera de las prácticas.
Llegó el sábado y fue simplemente maravilloso. Fuimos al Parque de los Animales, primero montamos en barcas, ¡momentazo lleno de risas, miedo y locuras! Luego vimos algunos animales y después nos sentamos a comer, charlar y disfrutar del momento. Estuvimos sentadas desde las 4 de la tarde hasta las 9 de la noche, ¡sin darnos ni cuenta! Después fuimos a cenar a un Burger King y seguimos hablando hasta la una de la madrugada.
Como vivimos en un pueblecito de Colonia y ya no pasaban buses a esas horas, nuestra compañera nos llevó en coche a casa. Pusimos la música a tope, cantamos como si estuviéramos en una fiesta… ¡fue uno de esos momentos que deseas que no se acaben nunca!
El domingo, después de habernos acostado a las 3 de la mañana, nos levantamos con ganas de descansar. Pero somos tan inquietas que después de descansar un poco, a las 5 de la tarde decidimos salir a explorar nuestro barrio. Descubrimos zonas de flores, bosques, fábricas… ¡y terminamos haciendo unos TikToks entre margaritas y vistas preciosas!
Cada semana aquí es más especial. Aprovechamos cada segundo, hacemos locuras y vivimos intensamente, porque al final la vida es una, y está para eso para vivirla al máximo.
Del 14 al 21 de abril ha sido una auténtica locura: no he tenido ni un minuto de descanso entre prácticas y vida personal. En las prácticas, aunque no siempre venían todos los niños, ya que algunos se encontraban de vacaciones. Los que estábamos creamos una complicidad mágica. Es impresionante lo que llegas a conectar cuando de verdad disfrutas lo que haces, es un ambiente muy especial.
Entre semana tampoco parábamos: salir, comprar, hacer planes todo el rato… ¡no había momento para aburrirse!
El lunes, mi novio, mi amiga y yo aprovechamos para dar una vuelta por el centro, aunque el tiempo no acompañaba demasiado. El martes cambiamos de plan y nos fuimos a los bolos con todo el grupo, incluida una compañera del trabajo. ¡Nos lo pasamos increíble! Luego acabamos la noche cenando todos juntos.
El miércoles fue el día más tranquilo, la lluvia nos obligó a bajar el ritmo (¡y la verdad que lo necesitábamos!). Pero el jueves volvió la acción: por la mañana fuimos con la escuela a un parque tipo bosque donde celebramos la Pascua con las familias y los niños. Bailamos, jugamos, hicimos actividades… ¡fue una pasada!
Y como si no tuviéramos suficiente, por la tarde mi novio y yo decidimos, totalmente locos, irnos a Berlín en tren. Son unas ocho horas de viaje si todo va bien… pero claro, se nos retrasaron los trenes y no llegamos hasta las 12 del mediodía del viernes. Aun así, aprovechamos el día turisteando y conociendo lo máximo de Berlín, porque el sábado ya teníamos otro destino: ¡Ámsterdam!
En Ámsterdam fue una auténtica locura (¡pero de las buenas!). Aunque el viaje fue totalmente inesperado, conocimos tanto lo típico como rincones menos conocidos. Hicimos recorridos por los canales, nos perdimos por sus calles y disfrutamos de cada momento. De hecho, puedo decir que salí de Ámsterdam completamente enamorada de la ciudad.
Finalmente, el lunes llegamos de vuelta a Colonia… agotados, sí, pero con el corazón lleno de recuerdos increíbles. Ha sido una Semana Santa sin parar, pero también una de las mejores semanas de mi vida.
Esta semana del 7 al 13 de abril ha sido muy especial y con muchas emociones. Durante mis prácticas, estuvimos haciendo las despedidas a nuestra directora y su familia, ya que se van a vivir a España. Fue un momento emotivo y bonito, lleno de cariño por todo lo compartido con ellos. Al mismo tiempo, siento que cada vez tengo más confianza y relación con mis compañeras. Son todas muy buenas, cercanas y me siento muy afortunada por estar viviendo esta experiencia. El lunes incluso nos fuimos a comer mi amiga, la compañera de mi escuela y yo, después de clase, ¡fue un momento muy agradable para compartir fuera del aula!
Aprovechando el buen tiempo que nos acompañó esta semana, también salimos con los peques al exterior para disfrutar del sol y el aire libre, lo cual fue genial tanto para ellos como para nosotras.
Y por si fuera poco, ¡el miércoles tuve una sorpresa preciosa! Mi novio vino a verme sin avisar, y ese mismo día salimos juntos a conocer un poco más la zona. Me hizo mucha ilusión.
El fin de semana fue la guinda del pastel. El sábado, desde por la mañana, salimos a recorrer el parque que ya había visitado el finde pasado, porque quería que lo conocieran tanto mi novio como mi compañera. ¡Y fue una pasada! Alquilamos unas bicicletas tipo barca súper chulas, montamos, nos reímos un montón y disfrutamos un montón del paseo. Luego fuimos a ver a los animales del parque y hasta les dimos de comer.
Después de eso, nos fuimos a comer y pasear por el centro, y aprovechamos para subir a un teleférico con unas vistas espectaculares, ¡muy recomendado! Por la tarde visitamos la catedral por dentro, dimos una vuelta con mi novio y mi compañera y nos montamos en bicicleta. Para cerrar el día con broche de oro, nos fuimos a cenar todos juntos a un restaurante peruano con una compañera del trabajo. La comida estuvo increíble, ¡un 10 de 10!
El domingo fue más tranquilo, ideal para recargar energías. Aprovechamos para hacer comida casera, descansar y jugar a juegos de mesa, que siempre es un buen plan para cerrar una semana tan completa.
Esta semana en las prácticas ha estado llena de detalles sencillos, pero profundamente significativos. He seguido compartiendo tiempo con los más pequeños, observando sus rutinas, sus formas de comunicarse y lo más especial recibiendo esos pequeños grandes regalos que solo ellos saben ofrecer. Desde una ramita de hierba hasta una piedrecita «mágica», pasando por una flor que claramente había sido arrancada con todo el amor del mundo, objetos que aunque puedan parecer insignificantes para un adulto, tienen un valor inmenso cuando se ven a través de los ojos de un niño. Son sus formas de decir «te he pensado», «me importas», o simplemente «esto es bonito, quiero que lo tengas tú». Estas muestras espontáneas de afecto me recuerdan lo importante que es valorar los gestos cotidianos y cómo la conexión con ellos crece día a día.
Además, sigo conociendo mejor los preparativos para la primavera, que se respira tanto dentro del aula como fuera de ella: hay una energía distinta, más ligera, más viva.
Por otro lado, esta semana también tuvo un giro inesperado: mi compañera se fue a visitar a su prima (¡muy merecido descanso para ella!) y yo me quedé sola. Pero lejos de dramatizar, decidí aprovecharlo como una oportunidad para pasar tiempo conmigo misma, algo que a veces escasea entre rutinas, trenes y tareas. El sábado visité un lugar parecido a un pequeño zoológico, donde los animales estaban al aire libre. Lo más bonito fue poder darles de comer, observarlos de cerca y simplemente estar allí, sin prisas. Me recordó lo reconfortante que es conectar con la naturaleza sin necesidad de hacer nada más. Después, decidí ir al centro de la ciudad y conocerlo con más calma. Curiosamente, me dio la sensación de estar en Madrid un sábado soleado. El ambiente, las tiendas, incluso la forma en que la gente paseaba… todo tenía ese aire familiar que te hace sentir en casa aunque estés lejos.
El domingo fue un plan tranquilo, no hice absolutamente nada (y qué bien sienta a veces). Lo dediqué por completo a mí: a descansar, a mirar por la ventana sin pensar mucho, a ordenar pensamientos y a cargar pilas. Porque sí, estar sola también es una forma de cuidarse.
Con la llegada de la primavera, Colonia florece en todos los sentidos. La ciudad, ya de por sí llena de historia y vida cultural, se transforma en un espacio donde el color, el aire fresco y las celebraciones de Pascua marcan el ritmo de los días.
Los parques se llenan de flores y familias paseando, las terrazas se reactivan con la primera luz cálida del sol, y se respira ese ambiente alegre y renovador que solo la primavera puede traer. Lugares como el Rheinpark, el Volksgarten o simplemente los paseos junto al Rin invitan a disfrutar del tiempo libre al aire libre, a observar cómo cambian los árboles y a dejarse sorprender por los pequeños detalles estacionales.
La Naturaleza: Presente y Valiosa en la Vida Cotidiana
Una de las cosas que más llama la atención en Colonia y en general en Alemania es la importancia que se le da a la naturaleza en la vida cotidiana. Desde muy pequeños, los niños aprenden a respetar y valorar su entorno natural. Los espacios verdes no solo están bien cuidados, sino que forman parte activa del día a día: son lugar de encuentro, juego, exploración y aprendizaje.
Ya sea en una gran zona como el Stadtwald o en los jardines que rodean una guardería, el contacto con la naturaleza está presente en todas las edades. La primavera, con su renovación visual y sensorial, se convierte en el escenario perfecto para reforzar esta conexión: se sale a observar flores, a escuchar pájaros, a tocar el césped mojado o simplemente a correr bajo el cielo abierto.
Para quienes venimos de otros contextos, es inspirador ver cómo aquí se vive con tanta naturalidad esa armonía entre lo urbano y lo natural, y cómo se protege esa relación desde lo cotidiano.
Pascua: una tradición viva en las calles
Durante estas semanas, Colonia celebra también la Pascua, y la ciudad se viste con símbolos tradicionales: huevos decorados, conejitos, flores y mercados llenos de productos típicos.
Los mercados de Pascua, instalados en plazas como Heumarkt y Neumarkt, ofrecen artesanías, dulces de temporada y actividades pensadas para todos los públicos. Es fácil perderse entre los colores de los huevos pintados a mano o el olor de los dulces tradicionales que invitan a hacer una pausa y disfrutar.
En muchos espacios culturales y educativos, también se organizan talleres de decoración de huevos, búsquedas del tesoro para niños, cuentacuentos primaverales y conciertos al aire libre. Algunos museos, como el Museo del Chocolate, incluso adaptan su programación a esta época del año con actividades especiales para familias.
Una primavera que se siente
Más allá de lo festivo, lo más bonito de esta temporada es cómo se vive en lo cotidiano: la gente se anima a pasar más tiempo fuera, los niños juegan más en los patios y parques, y se siente una energía distinta en el ambiente, como un pequeño «renacer» después del invierno.
Estar en Colonia en estas fechas es disfrutar de una ciudad activa, alegre y profundamente conectada con sus tradiciones. La primavera aquí no solo se ve: se celebra y se vive.
Tras finalizar nuestra primera semana de prácticas , el fin de semana transcurrió en completa calma. No salimos de casa, y ese descanso fue justo lo que necesitábamos para recargar energías y prepararnos para la semana que venía.
La semana del 24 al 30 de marzo comenzó con intensidad. Entre semana, mi rutina se centró en asistir a las prácticas, donde cada día me siento más conectada con los niños y niñas, disfruto de cada momento y sigo aprendiendo, no solo de ellos, sino también de la experiencia misma. Sin embargo, el viernes algo dentro de mí me impulsó a romper la monotonía: decidí, casi sin pensarlo, viajar a Hamburgo para visitar a mi tía.
El trayecto no fue sencillo. Salí a las 4 de la tarde, pero no llegué hasta la 1 de la madrugada debido a los constantes retrasos en los trenes. El viaje se hizo largo, pero cada minuto valió la pena.
ESTACIÓN DE COLONIA CENTRAL
Una vez allí, aproveché para recorrer la ciudad, desde el centro hasta los alrededores de la casa de mi tía, pasando por lugares cargados de historia que marcan la identidad de Alemania. Pero, más allá del turismo, lo más valioso fue el tiempo en familia. A veces, uno no se da cuenta de cuánto necesita reconectar hasta que finalmente lo hace.
TRAUERNDES KIND («MOURNING CHILD»)CONMEMORACIÓN A LOS FALLECIDOS EN LA GUERRACENTRO DE HAMBURGOALSTER ARCADE BÚNKER
No voy a idealizar la experiencia. La semana tuvo sus altibajos porque como en cualquier proceso de crecimiento, hay días buenos y otros más desafiantes. Sin embargo, estos momentos de cambio y desconexión son fundamentales. Salir de la rutina, aunque sea por un instante, actúa como un verdadero chute de energía, permitiendo volver con una nueva perspectiva y renovada con ganas de seguir adelante.
El jueves 13 de marzo, finalmente llegué a Düsseldorf, con una mezcla de emociones por comenzar una nueva etapa en Alemania. Tras un breve recorrido, el tío de mi compañera nos fue a recoger y tomamos camino hacia Colonia, donde no solo vivo por ahora sino que también realizó mis prácticas. A continuación, os comparto unas imágenes de las vistas del avión de la llegada de Düsseldorf y un poco de sus calles.
VISTAS DEL AVIÓNCALLE DE DÜSSELDORF
Al llegar a casa, nos pusimos a limpiar y arreglar las cosas que traíamos en nuestras maletas. Para finalizar el día, observamos las vistas que obtenemos desde nuestra ventana.
VISTAS DE NUESTRA CASA
El viernes lo aprovechamos para descansar y hacer las compras necesarias, como comida y otros artículos para la casa que nos faltaban. Un consejo útil para quienes planeen hacer lo mismo: ¡asegúrense de llevar bolsas resistentes y de buena calidad! Nosotras, por ejemplo, sufrimos un pequeño incidente a medio camino, ya que una de nuestras bolsas se rompió. Cabe decir que era una bolsa importada directamente de Madrid… ¡pero no pudimos evitar reírnos de la situación!
El sábado decidimos explorar un poco los alrededores y el trayecto hacia el lugar de mis prácticas, que es una escuela infantil llamada Vincerola. Después de recorrer el trayecto, aprovechamos para visitar la famosa catedral de Colonia, un verdadero icono de la ciudad. Tras un día de exploración, regresamos a casa para descansar.
ALREDEDOR DE NUESTRA CASAVISTAS DEL TRAYECTOESCUELA INFANTILCATEDRALDENTRO DE LA CATEDRALALREDEDOR DE LA CATEDRALALREDEDOR DE LA CATEDRAL
El domingo lo dedicamos a preparar todo para la semana y a relajarnos, con energía renovada para comenzar las prácticas el lunes.
Finalmente, llegó el lunes 17 de marzo, con algo de nervios y mucha ilusión, comencé mi experiencia laboral en esta nueva ciudad. Esta primera semana ha sido un reto lleno de aprendizaje, nuevas experiencias y desafíos que marcan el inicio de esta etapa en tierras alemanas.
Mi lugar de prácticas es la escuela infantil Vincerola, que se caracteriza por ser bilingüe y seguir la pedagogía Montessori, un enfoque que valora la autonomía y el aprendizaje activo de los niños. En mi primer día, me enseñaron las instalaciones de la escuela y tuve la oportunidad de conocer a los niños y niñas, lo que hizo que me sintiera muy conectada con el ambiente desde el principio. Desde el primer momento, me he sentido muy acogida por el equipo, lo que ha facilitado mucho mi adaptación. Además, el hecho de que muchos padres hablen varias lenguas, entre ellas el español, ha contribuido a que este proceso de integración sea aún más fluido.
Cada niño y niña tiene su propia personalidad, pero algo que realmente me ha llamado la atención es su gran independencia desde una edad temprana, son como pequeñas esponjas, absorbiendo cada aprendizaje con entusiasmo y curiosidad. En tan poco tiempo, me han hecho sentir parte de su mundo, demostrándome su cariño de muchas maneras. Un momento especial que me marco, fue cuando un niño me regaló una flor, un gesto sencillo pero lleno de significado, que refleja la ternura y la conexión que se puede construir en el día a día con ellos.
Aunque mi compañera y yo no trabajamos en la misma clase, siempre nos vemos en los recreos y compartimos tiempo juntas dentro de las clases. Nos llevamos muy bien y eso hace que nuestra experiencia en la escuela sea aún más enriquecedora y agradable. Además, nuestra conexión va más allá del ámbito laboral, ya que vivimos juntas y compartimos esta experiencia del erasmus juntas tanto dentro como fuera del trabajo. Esta cercanía nos ha permitido apoyarnos mutuamente, fortaleciendo aún más nuestra relación y haciendo que cada día sea una oportunidad para aprender y crecer juntas.
Es cierto que esta experiencia será única e inolvidable, pero como en todo camino, siempre hay momentos de altibajos. Ha sido una semana desafiante en el plano emocional, pero al mismo tiempo, llena de nuevos aprendizajes y experiencias enriquecedoras. Cada día trae algo nuevo, y aunque a veces haya retos, todo forma parte de este camino de crecimiento como personal y profesional.