Viena

Después de nuestra escapada a Bratislava por la mañana, volvimos a Viena para seguir con la aventura. Pero en realidad, nuestro primer contacto con la ciudad fue ya de madrugada, apenas bajamos del tren. Aprovechamos para ir caminando hasta el centro y vimos la impresionante Stephansdom (Catedral de San Esteban). Aunque era de noche, estaba iluminada y se veía majestuosa. Fue una primera impresión muy fuerte, la mezcla de la arquitectura gótica con esa calma que hay cuando todo está cerrado.

Ya con la ciudad despierta, empezamos a recorrer las principales atracciones turísticas de Viena. Lo bueno de la ciudad es que muchas de las cosas están cerca entre sí o conectadas con el transporte público, que funciona de maravilla.

Fuimos al Palacio de Hofburg, antigua residencia imperial de los Habsburgo. Es enorme y tiene varios museos dentro, pero solo con ver su exterior ya te das cuenta de la importancia histórica del lugar.

También nos dimos una vuelta por la Ringstrasse, la avenida circular que rodea el centro histórico, donde están muchos de los edificios más importantes de la ciudad. Allí vimos el Ayuntamiento de Viena (Rathaus), el Parlamento austríaco, el Burgtheater y la Ópera Estatal de Viena. Todos los edificios tienen una arquitectura espectacular.

Por la tarde, fuimos al Palacio de Schönbrunn, el equivalente vienés de Versalles. Paseamos por sus jardines enormes y pudimos ver cómo vivía la realeza. No entramos al interior del palacio porque hacía muy buen tiempo y preferimos aprovechar el exterior.

La verdad es que es una ciudad a la que me gustaría regresar.

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