Durante nuestra escapada por la República Checa, pasamos un día en Plzeň, una ciudad muy conocida por ser el lugar de origen de la cerveza tipo Pilsner, pero que también tiene mucho más que ofrecer.
Al llegar, nos fuimos directamente a explorar el centro histórico, que es bastante compacto pero muy bonito. La Plaza de la República es el corazón de la ciudad. Ahí está la Catedral de San Bartolomé, una iglesia gótica enorme con una torre. No subimos, pero dicen que desde arriba se ve toda la ciudad.


También vimos el Ayuntamiento renacentista, con su fachada decorada y justo frente a unas fuentes modernas muy curiosas con forma de ángeles dorados. Toda esa zona es súper agradable para pasear, con calles adoquinadas y edificios coloridos que le dan un aire acogedor a la ciudad.

Después de caminar un rato, nos paramos a probar unos postres típicos checos en una cafetería local. Lamentablemente, no me acuerdo de todos los nombres, pero estaban buenísimos. Además, la atención fue genial, fue muy amable y tenía un nivel de inglés muy fluido.

Dormimos en un hostel tranquilo no muy lejos del centro, ideal para descansar antes de seguir la ruta. A la mañana siguiente, temprano, cogimos el tren para Praga, con ganas de seguir explorando.